Hace unas décadas, ser una estrella era algo relativamente complicado. Para los actores, era necesario rodar varias películas de éxito para ser considerado una verdadera star. En el caso de los cantantes, una sola canción rompedora no servía para llegar a la cima, sino que debían conservar una carrera constante y de continuos éxitos. Ahora ya nada es como antes.
Y el más claro ejemplo es Susan Boyle, esa mujer de aspecto desaliñado y voz maravillosa. Unos tres minutos en televisión le han servido para catapultarla a lo más alto; al éxito mundial. Y todo gracias a las nuevas tecnologías; su video en el portal Youtube ha sido visto por millones de personas de los cinco continentes y ya se la trata de estrella mundial.
Y el más claro ejemplo es Susan Boyle, esa mujer de aspecto desaliñado y voz maravillosa. Unos tres minutos en televisión le han servido para catapultarla a lo más alto; al éxito mundial. Y todo gracias a las nuevas tecnologías; su video en el portal Youtube ha sido visto por millones de personas de los cinco continentes y ya se la trata de estrella mundial.
Pensemos ahora, ¿Qué hizo Maria Callas –por poner un ejemplo- para conseguir la fama mundial? Trabajar. Recorrer todos los teatros del mundo, dando a conocer así su inigualable voz. Si se conoce a Callas en Roma, Buenos Aires, México, Nueva York o París, es porque cantó y trabajó en esos lugares. Más de 30 años de trabajo frente a los 3 minutos de gloria de Susan Boyle -aunque nadie pone en duda el talento de ésta última-.
Nadie duda de las ventajas y el potencial de las nuevas tecnologías, pero deberíamos revisar seriamente el concepto de estrella... porque las comparaciones son odiosas.
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